¡ESTE AÑO VOY A
ESTUDIAR CON JUICIO!
El título expresa un propósito que
se deben estar haciendo muchos estudiantes, tal vez hasta se lo han manifestado
a sus padres, familiares, amigos y profesores…tal vez lo han escrito en su
diario, su estado de WhatsApp o su portal preferido… otros tantos estudiantes no
lo habrán considerado todavía, pero en algún momento lo van a pensar si los
resultados en sus evaluaciones o materias no son los esperados.
Los inicios de año siempre están
llenos de buenos propósitos, cada quien piensa y se imagina un transcurso de
año escolar lleno de buenas notas, de reconocimientos, éxitos y logros
alcanzados. Siempre se considera que en el nuevo año se harán con más esmero
las tareas, se leerán completas las obras de la clase de español, se le
dedicará más tiempo al estudio del inglés, se le prestará mayor atención al
profe de matemáticas y que, además, se alejarán de las amistades que no les
permite concentrarse en los deberes. Muchos visualizan en su mente un APROBADO en
el informe de final del año, porque piensan en el esfuerzo, la dedicación, la
seriedad y la disciplina con que desarrollarán las obligaciones del colegio…
…pero a medida que van pasando los
días y las clases, parece que esos propósitos pierden sentido, y lo que al
inicio fue una buena intención se convierte en una falsa promesa. Es como si se
fuera acabando la gasolina a la manera de un carro. Como si los buenos deseos
de principio de año fueran un momento de euforia y no una decisión tomada. Los
trabajos comienzan a hacerse a última hora o simplemente se busca cualquier
excusa para no entregarlos, el esmero por aprender inglés se olvida porque se
vuelve más importante revisar el Facebook; ya no hay intención de leer las
obras de español porque se considera que para qué gastar tiempo si todo está
resumido y explicado en internet…o que es más fácil pedir la copia al compañero
para resolver la nota.
La situación anterior hace parte
de nuestra cultura, así somos, está arraigado en nuestro inconsciente, somos
como juegos pirotécnicos, como candela de fósforo, como estrella fugaz. Hoy
tenemos toda la intención de llevar a cabo una empresa, pero cuando se
consideran todas las tareas que se deben realizar, entonces desistimos del
propósito y olvidamos todos los motivos que nos llevaron a imaginar hacer algo.
Posiblemente nuestra manera de considerar las cosas nos lleva a pensar que todo
se realiza por arte de magia, que aplicando la ley del menor esfuerzo también
se realizan los proyectos, evitando los procesos, tomando atajos, sin
complicarnos, esperando que todo salga bien…esperando que el promedio ponderado
o la bondad del profesor nos dé para pasar la nota.
Tal vez lo que falta entender es
que alcanzar un propósito conlleva realizar una serie de acciones específicas y
es ahí donde nos equivocamos. El atleta no llega a la meta de una sola pisada,
aunque desde siempre tenga la idea de ser el mejor; debe llevar a cabo muchas
acciones en pro de que cada paso lo lleve con éxito hasta la meta. Las grandes
fábricas se han construido con base en el esfuerzo, la decisión y la
determinación (ejemplos de este tipo podemos leer en internet por montones).
Los buenos propósitos deben estar acompañados de trabajo, consagración y disciplina
para que se cumplan.
El transcurso de un año escolar
es una carrera que amerita sacrificio, diseñar estrategias, cumplir con
requisitos y rutinas, tener en cuenta condiciones, darle seriedad (cabe
recordar que se está matriculado en una educación FORMAL). Leer completamente
una obra literaria quita tiempo, es necesario sacrificar la visita al amigo, implica
una hora menos en internet, requiere de desconectarnos de lo cotidiano; hacer
un trabajo de matemáticas implica consultar, preguntarles a los amigos,
escuchar a un maestro, escribir, calcular, borrar y volver a escribir. Cumplir
con un horario exige levantarnos temprano, aunque deseemos seguir durmiendo; pero
solo la seriedad con que se asuma el proceso de tareas y labores académicas van
llevando al alcance del objetivo principal. Es entendiendo la dinámica del
estudio y siendo parte activa de los procesos formativos, que se logra tener la
certeza de que al terminar el año se alcanzará lo esperado.
Muchos lo consiguen a través de
maliciosas estrategias, pero esa no es la idea, es necesario cambiar la cultura
del facilismo, del ocio y la copia. Las malas prácticas cultivan en nuestra
personalidad una forma de actuar que perdura por toda la vida; por eso es que
se debe enfocar la mente y las acciones hacia la disciplina y el trabajo,
porque el estudiante se está formando para desempeñarse como alguien útil a la
sociedad y desde siempre debe entender que los éxitos se logran con esmero y
sacrificio, cumpliendo con los deberes.